Este es un blog de inversión en Bolsa, pero también hablamos de cómo conseguir la libertad financiera que muchos ansían. La inversión en Bolsa es una buena forma de conseguirla, pero otra es emprender un negocio. En el artículo de hoy vamos a ver una historia que combina ambas junto con la aparición de Warren Buffett y el uso de la estrategia Buy and Hold. De todo un poco.
A continuación tenéis la historia de Harlod Alfond, un hombre que convirtió 1.000 dólares en más de 3.500 millones de dólaresgracias a su espíritu emprendedor, su inteligencia y por haber adquirido y mantenido acciones de Berkshire Hathaway y que inventó, entre otras cosas, las rebajas que ahora son tan habituales en las tiendas. Este post es una traducción propia y podéis leer el original aquí
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Harold Alfond, de pobre emprendedor a rico inversor
Por más de 30 años, Warren Buffett ha conseguido que mucha gente ganara mucho dinero. La compañía de inversión de Warren Buffett, Berkshire Hathaway ha convertido a cientos de personas en millonarios, decenas en cienmillonarios y, que sepamos, al menos 10 personas en milmillonarios. Uno de estos mil millonarios es Harold Alfond. Cuando Harold Alfond murió en 2007 era propietario de un 1,6% de Berkshire Hathaway con un valor de 3.500 millones de dólares. Y si esto es una hecho impresionante por sí mismo, que Harold Alfond consiguiera todo esto con una inversión de sólo 1.000 euros en una fábrica de zapatos abandonada podría hacer explotar tu cabeza (como les gusta exagerar a los estadounidenses). Su ascenso desde una familia de inmigrantes de la época de la recesión hasta convertirse en un milmillonario filántropo y copropietario de los Boston Red Sox te impresionará e inspirará.
Harold Alfond nació el 6 de marzo de 1914 en Swampscott, Massachusetts en el seno de una familia inmigrante de origen ruso-judío y de clase obrera. Cuando era adolescente y en medio de la Gran Depresión, Harold se vio obligado a trabajar junto con su padre en una fábrica de zapatos para ayudar a su familia. Harold comenzó haciendo los trabajos más básicos, pero fue ascendiendo hasta convertirse en superintendente de la fábrica.
En 1939, cuando tenía 35 años, Harold recogió un autostopista mientras iba de camino a una feria en Skowhegan, Maine. Durante el camino, el autostopista mencionó de pasada que había una fábrica de zapatos a la venta en el vecino pueblo de Norridgewock. Tras dejar al autostopista en su destino, Harold decidió no ir a la feria y dirigirse, en su lugar, a la fábrica abandonada. En ese momento Harold no tenía ni de lejos los 1.000 dólares que pedían de precio. En 1939, 1.000 dólares corresponderían a unos 17.000 dólares de hoy en día por efecto de la inflación (buena idea meter el dinero debajo de la cama…). Un año después del encuentro con el autostopista, Harold vendió su coche y, junto con su padre como socio, compró la fábrica abandonada. Juntos fundaros la Norrwock Shoe Company. La compañía se convirtió rápidamente en una sociedad rentable y exitosa. En 1944 Harold y su padre vendieron su compañía a Show Corportation of America por 1,1 millones de dólares que, ajustados por la inflación, serían unos 13,3 millones de dólares.
En 1958, Harold invirtió 10.000 dólares de su dinero en comprar una fábrica de lana abandonada en el pueblo en que vivía, Dexter, Maine. Su objetivo era construir algo que ayudara a reducir el desempleo en su región. En poco tiempo fundó lo que se convertiría más adelante en la Dexter Shoe Company.
Al principio, la Dexter Shoe Company fabricaba, principalmente, zapatos para grandes comercios con marcas propias de estos. Sus primeros clientes incluían retailers como Sears, JC Penny o Montgomery Ward pero llegó un punto en el que Harold se cansó de depender de sus grandes clientes y creó su propia marca, «Dexter». Contrató equipos de ventas agresivos y muy pronto sus zapatos Dexter se vendían en tiendas independientes a lo largo de todo el país. A lo largo de los 60, Harold Alfond transformó su fábrica en una planta de innovación, lo que le convirtió en una persona muy, muy rica.
1ª Innovación
Antes de mediados de los 60, si una fábrica hacía zapatos con fallos, se los vendía a una tienda de descuentos local por un dólar, estos los arreglaban y los vendían por 6 dólares, un retorno del 600%. Harold pensaba que esto era un gran margen, así que su primera innovación fue acabar con el intermediario y vender los zapatos Dexter con fallos en la parte de atrás de la fábrica. El concepto de «factory-outlet» fue un éxito desde el primero momento, pero tenía un problema, y es que las fábricas de Dexter tenían que producir muchos zapatos defectuosos para saciar la demanda. Como la calidad de las fábricas mejoraba y cada vez había menos zapatos con faltas, las tiendas factory-outlet se quedaron vacías.
2ª Innovación
Lo creas o no, la segunda innovación de Harold cambiaría el mundo del retail para siempre. Para solucionar el «problema» de la falta de productos con fallos, las tiendas Dexter comenzaron a vender zapatos en perfecto estado pero que, por el motivo que fuera, no se habían vendido cuando estaban en las tiendas. El sistema era sencillo, vender el inventario excedente de temporadas anteriores (es decir, inventó las rebajas).
3ª Innovación
Mientras las factory-outlets de Dexter se extendían a lo largo del este de los Estados Unidos, otras tiendas siguieron sus pasos y abrieron sus outlets en las mismas calles en las que estaban los Dexter Outlets. En los 80, Harold dejó de abrir tiendas Dexter Outlet y, en su lugar, comenzó a abrir centros comerciales de outlet en las autovías más usadas de New England. Tras esto, cedía en leasing estos locales para los mismos competidores que le habían estado copiando todo el tiempo, y así es como nacieron los modernos Outlets que conocemos hoy en día. Para 1990, la Dexter Shoe Company ya tenía más de 80 factory-outlets y vendía mediante leasing, cientos de localizaciones a sus competidores. En estos momentos la compañía empleaba a cerca de 4.000 personas y generaba 250 millones de facturación.
Y llega Warren Buffett
En 1993 Harold Alfond vendió la Dexter Shoe Company a Warren Buffett. El precio acordado fueron 443 millones de dólares. Sin embargo, en vez de aceptar esta cantidad en dinero, Harold pidió 25.203 acciones de Berkshire Hathaway, lo que suponía un 1,6% del total de acciones de clase A de Berkshire Hathaway.
Pedir acciones en lugar de dinero resultó ser una decisión increíblemente inteligente. En el momento de la venta, la acciones clase A de Berkshire Hathaway valían 16.000 dólares cada una. En cinco años estas acciones subieron hasta 70.000 dólares y, para cuando Harold Alfond murió, cada acción se cambiaba por 140.000 dólares, lo que quiere decir que su participación en Berkshire Hathaway valía 3.500 millones de dólares. A día de hoy estas acciones se cambian por más de 170.000 dólares, lo que quiere decir que la participación de Harold Alfond tendría un valor de más de 4.500 millones de dólares. Alfond nunca vendió sus acciones y su familia todavía las conserva. Además, Alfond compró una parte de los Boston Red Sox que todavía es mantenida por sus hijos.
Habría que mencionar que Warren Buffett describiría más adelante la compra de Dexter Shoe Company como la peor decisión de inversión de toda su vida. Parte del problema se debe a que la compra se hizo poco antes de que una marea de zapatos de bajo coste provenientes de otros continentes inundaran el mercado americano. En el año 2001 había cedido completamente ante la presión de la competencia extranjera y Berkshire se vio obligada a cerrar y desmembrar la compañía. Para hacerlo todavía peor, si Buffett hubiera insistido en pagar en cash y no mediante acciones, el daño habría sido menor. En 2008 Warren Buffett lo explicaba así:
«Hasta la fecha, Dexter es la peor inversión que he hecho y, usando acciones de Berkshire este error se compuso (se multiplicó) enormemente. Esta decisión (pagar en acciones) hizo que los inversores de Berkshire no perdieran 400 millones de dólares que costó la compra, sino 3.500 millones. En resumen, regalé un 1,6% de un negocio magnifico -que a día de hoy vale 220.000 millones de dólares- para comprar un negocio sin ningún valor.«
Filantropía
Más allá de lo que sucedió con Dexter, Harold Alfond pasó la mejor parte de sus últimos 15 años de vida realizando obras de filantropía increíblemente generosas. Entre 1950 y 2003, la Harold Alfond Foundation donó más de 100 millones de dólares a diferentes causas de caridad. A día de hoy, más de 30 hospitales, edificios y polideportivos llevan su nombre. En 2007 donó 7 millones de dólares para fundar el Harold Alfond Center for Cancer Care en Augusta. Como si esto no fuera suficiente, la Harold Alfond Foundation ofrece una beca de 500 dólares para la universidad a cada bebé que nace en Maine. Este dinero se dona para animar a la familia del niño a comenzar a ahorrar para la Universidad de sus hijos. ¿No es molón?
¿Cuál es la moraleja de esta historia? ¿Trabajar duro? ¿Trabajar de forma inteligente? ¿Comprar barato y mantener para siempre? Creo que la principal lección es que Harold Alfond era una persona increíble.
Conclusión:
Hasta aquí el artículo original.
La historia de superación de Harold Alfond es impresionante, pero no es sólo de superación, sino de inteligencia. Harold Alfond revoluciono el mundo retail y de la moda empezando sólo con 1.000 euros cambió la historia para siempre y fue lo suficientemente listo para pedir acciones de Berkshire Hathaway por la venta de su empresa y mantenerlas hasta el fin de sus días.
Además, como se dice en el artículo original, Harold Alfond donó grandes cantidades de dinero para causas benéficas y dejó en herencia la mayor parte de las acciones de Berkshire Hathaway para su fundación. De esta forma, el mayor error que ha cometido Warren Buffett se ha convertido en una gran obra de caridad. Parece que Buffett no consigue que las cosas salgan mal por mucho que lo intente.
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Parece que Buffett tuvo un buen contrincante para jugar al poker, le levanto la partida con una pareja, je,je.
Lo peor es que Buffett hizo «call» sin ninguna necesidad. Me sorprende mucho que aceptara pagar todo con acciones propias con lo que le gusta mantenerlas en Berkshire.
Con hombres como estos se acabaría pronto la crisis en España. El problema es ante todo de cultura. En ello los países anglosajones (sobre todo EE.UU.) nos llevan mucha ventaja. Allí este hombre es un modelo a imitar, aquí es un explotador que se lleva el dinero de los trabajadores, un capitalista (en su sentido más peyorativo) y un tío podrido de billetes. Y hasta que esta percepción no cambie, mal vamos.
Gracias por el post.
Un fuerte abrazo,
Exactamente, allí ellos son la referencia y aquí son los malos. Entre lo mal visto que está y las dificultades que existen, nunca estaremos al nivel al que podríamos estar. Por suerte tenemos algunos genios que no se rinden y siguen para adelante.
Un abrazo.
Ahí le has dado. Aquí un inversor está estigmatizado. Hoy he alucinado en colores en una oficina de Hacienda, lo «bien» (nótese la ironía) que conocían los procedimientos de tributación de No Residentes…
Básicamente, media hora consultando un libro de leyes para acabar diciéndome dos chorradas y una postilla de «es que casos de estos tenemos 1 al año».
Tiene narices que en el lugar donde deberían saberlo y ser expertos no sepan atenderte por que tienen un caso al año. Tendrían que estar preparados para ello y, además, por lo que conozco de Polonia, seguramente tengan bastantes casos.
Si que es una historia increíble, yo me quedo con el detalle del autoestopista, y como cambia de idea dejando la feria para ir a ver la fabrica abandonada. La oportunidad que cambiaría su vida se le presentó cuando y como menos se lo esperaba, menos mal que estaba preparado para aprovecharla. Algunos le llamarían suerte, yo lo llamo oportunidad y preparación.
Un cordial saludo.
Exactamente. La suerte si no se trabaja no sirve de nada. Si no se hubiera lanzado a la aventura de visitar y comprar la fábrica y luego trabajas duro e innovar, la «suerte» de encontrarse con el autostopista se habría quedado en nada. Otra persona con una mentalidad diferente que le llevara a no acturar y viviendo la misma situación quizá se quejara de su mala suerte a pesar de haber tenido ante si la oportunidad de su vida.
Saludos.