¿Qué es mejor, invertir en empresas de calidad o en empresas baratas? Ésta es una pregunta que se hace a menudo, y que suele ser respondida diciendo, «invertir en empresas de calidad a precios razonables«. De hecho, yo estoy de acuerdo con esa frase y trato de hacerlo.
En su día, Benjamin Graham ya se planteaba esa cuestión, y aunque es famoso por centrarse en comprar acciones de compañías cotizando muy baratas, no pensaba que esa fuese la estrategia correcta para todos los inversores. Como vamos a ver, Benjamin Graham pensaba que, para un inversor sin experiencia, era mejor invertir en compañías famosas y de calidad, que en empresas baratas. Por su parte, el inversor experto, no debería cerrarse a nada y debería analizar e invertir en las compañías que considere oportuno, por muy mal vistas que estén en el momento.
El texto que hay a continuación es un fragmento del libro de Benjamin Graham y David Dodd, Security Analysis. Aunque el libro está disponible en español, este fragmento está traducido por mí de la versión en inglés.
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La relativa importancia de los términos en los que invertimos y del caracter de la empresa
La distición entre el caracter de la empresa y de los términos de nuestro compromiso en la inversión nos lleva a preguntarnos cuál de los dos es más importante. ¿Es mejor invertir en una compañía atractiva en condiciones que no son atractivas, o en una compañía que no es atractiva en unos términos que sí son atractivos? La sabiduría popular no duda en preferir la primera opción, y eso le lleva a hacer lo correcto de forma instintiva, que no de forma lógica. En largos periodos de tiempo, la experiencia muestra sin ningún tipo de dudas que se ha perdido menos dinero por la mayoría de los inversores pagando un precio demasiado alto por acciones de las compañías con mejor reputación, que intentando conseguir una rentabilidad mayor invirtiendo en empresas de poca calidad.
Desde un punto de vista analítico, sin embargo, este resultado empírico no nos vale. Simplememte ejemplifica algo que se puede aplicar a cualquier producto, y es que el comprador inexperto hace mejor comprando los bienes con la mayor reputación, aunque pague un precio comparativamente mayor. Sin embargo, no es necesario decir que esto no es válido para el comprador experto, del que se espera que juzgue la calidad no por la reputación, sino examinandola. Por eso, en ocasiones debe sacrificar cierta calidad si lo que consigue a cambio es un precio más atractivo. Esta distición se aplica tanto a la compra de acciones como a la compra de arte o de relojes, y nos lleva a dos principios de caracter opuesto, el primero válido para el inversor inexperto, y el segundo válido, sólo, para el analista.
1. Principio para el comprador de acciones inexperto: no pongas dinero en empresas de baja calidad bajo ningún concepto.
2. Principio para el analista de acciones: prácticamente todas las acciones pueden estar baratas a ciertos precios, y caras a otros.
Hemos criticado que se ponga atención únicamente en la elección de la empresa, lo que lleva a que, habitualmente, se pague demasiado dinero por sus acciones. Un segundo problema es que la empresa puede demostrar más adelante que fue una mala elección. Es lógico y natural preferir un negocio bien dirigido, que tiene un buen historial y que se espera que incremente sus beneficios en el futuro. Pero estas expectativas, aunque parezca que se apoyan en cosas razonables, no suelen suceder. Muchas de las empresas líderes de ayer, están hoy en la parte baja de los rankings. El mañana seguramente nos cuente una historia similar. La imagen más clara e impresionante de esto es el declive persistente de la industria de los ferrocarriles durante las últimas dos décadas (el libro se escribe a mediados de los años 30). La situación de una empresa es, en parte, un hecho y, en parte, una opinión. Durante los últimos años la opinión de los inversores ha demostrado ser extremadamente volatil y algo de lo que no nos podemos fiar. En 1929, se consideraba universalmente que Westinghouse Electric and Manufacturing Company tenía una posición industrial especialmente favorable. Dos años más tarde sus acciones se vendían por mucho menos del valor de los activos corrientes netos, indicando las grandes dudas que había de que la empresa fuese capaz de volver tener beneficios en el futuro. Great Atlantic and Pacific Tea Company, que parecía una empresa milagrosa en 1929, pasó de cotizar a 494 ese año, a 36 en 1938. En 1938, las acciones se vendían por un valor inferior a los instrumenros financieros netos a corto plazo.
Todo esto no se contradice con el principio de que el inversor inexperto debe ceñirse a las acciones con mejor reputación. Sin embargo, debe tenerse en cuenta que esta opción debe ser su preferida por el gran riesgo que supondría para ellos fijarse en otras opciones, y no porque las empresas más populares sean, en realidad, las más seguras. El analista, por su parte, debe prestar atención y respeto al juicio del mercado y las empresas a las que más favorece, pero debe mantener una visión crítica e independiente. Éste no debería dudar en contradecir a las ideas populares y en favorecer a las impopulares, si tiene razones de peso y convincentes.
Conclusión:
Benjamin Graham creía que los inversores con poca experiencia analizando y en Bolsa hacen mejor centrándose en empresas populares. Que sean populares no quiere decir que sean de calidad, pero claro, si son populares es porque los inversores sí que piensan que son de calidad o, por lo menos, que se puede ganar dinero con ellas.
Por otra parte, cree que el inversor experto o analista no debe centrarse sólo en las acciones populares. De hecho, aunque en el momento en que Graham y Dodd escribían el libro todo estaba muy barato, seguramente hoy en día para encontrar acciones baratas habría que fijarse más en las empresas menos populares. De igual forma, que una empresa no sea popular no quiere decir que no sea de calidad. En cualquier caso, coincido con él en términos generales.
Puedes comprar el libro Security Analysis en español pinchando aquí.
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Tengo pendiente la lectura de este libro, aunque lo tengo en inglés y lo tengo que traducir…tal vez lo compre en español.
Está claro que el precio, como tal, no nos dice nada sobre la empresa, sólo nos cuenta a que precio se cotizan sus acciones, pero no si está cara o barata.
Lo mejor es centrarse en la calidad, y en un gran porcentaje de casos, esa calidad está en las empresas más conocidas ¿no?
Un abrazo.
Hola Miguel.
Yo lo tengo en inglés y, aunque casi todos los de inversión los leo en ese idioma, éste me está costando un poco más. Graham tenía un estilo peculiar y además es de hace casi 100 años, y se nota.
Sí, muy habitualmente las empresas conocidad son de calidad. Sólo tenemos que mirar a Coca-Cola, Nike… lo que pasa que a veces, las empresas de moda cotizan muy caras, o conocemos empresas en malos negocios, como las aerolíneas.
Un abrazo.